La silenciosa despedida de Jorge San Esteban


San Esteban se fue, por segunda y última vez como jugador profesional, de su Gimnasia y Esgrima La Plata. En silencio. Sin histeria. Alejado de frases agresivas. Jorge Héctor San Esteban, un gran defensor que marcó huella en la historia moderna “tripera”, no puede, todavía, dejar a un lado su alma noble de jugador y seguirá saliendo limpio y ordenado desde el fondo de la última línea con la camiseta celeste de Villa San Carlos.

No muy alto; nada recio. Lejos de esos zagueros estilo “roperos” que pretenden asustar con su espalda ancha. Buen pateador de tiros libres y de penales. Con códigos de barrio, que es lo mismo que escribir con códigos bien nacidos. Humilde. Cero fanfarrón. Nunca le gustó ponerse traje. Su lugar es una canchita pelada en el barrio “El Carmen”. Puede jugar descalzo, con botines nuevos, con zapatillas agujereadas, con dolor de estómago, desgarrado, en la “Bombonera” (le tiene un cariño especial) y en la cancha de Flandria.

Se fue de Gimnasia y me pregunto, ¿tanto cuesta armar un amistoso con San Carlos y aprovechar la ocasión para escribirle muchas gracias en una
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Texto extraído de la columna de Facundo Ache para el Diario El Día

 

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