Simeone, Carrasco y la táctica



Era un duelo anormal, extraño. Últimamente nos acostumbramos a ver como se enfrentan equipos rocosos, sólidos y férreos. Sin espacios por la fricción y el bajo vuelo individual de los jugadores, los encuentros suelen ser mayormente tediosos.

Ayer, en el Gasómetro, acudimos como decía recién, a un espectáculo distinto. Con propuestas que poco se vinculan con el promedio en Sudamérica.

Simeone y Carrasco son los referente es de este estilo de juego renovado, purificador. No se quedan en las palabras, en la teoría. Van por la concreción práctica, por intentar achicar la brecha de azar en el juego, por poseer un esquema y soporte colectivo adecuado y completo en pos de acercarle las soluciones que se puedan al jugador. Ellos, arraigados seguramente por el pensamiento de Bielsa, son obsesivos del ataque. Buscan frenéticamente el arco rival pero no de cualquier forma. Desarrollan algunas pautas indispensables para ocupar bien los espacios y desbloquear a las defensas rivales.

River ejecuta con eficiencia el proyecto de Carrasco. Básicamente se trata de un sistema independiente y versátil que pretende despersonalizar el funcionamiento, es decir, que los éxitos y las derrotas no recaigan en particulares. De esta forma se les quita presión a los jugadores supuestamente “diferentes”. A través de un funcionamiento equilibrado y programado, entonces, no es necesario depender del talento o la espontaneidad de alguien. Sobre esto también hablaba el incomprendido Ricardo Lavolpe, amante del trabajo, el orden y lo sistemático. Ambos pregonan este estudio incesante del rival, de las cualidades de sus propios jugadores, de las estadísticas, etc.

Carrasco un poco más ofensivo y Lavolpe más obsesivo por el parado defensivo.
Simeone retoma mucho de estos puntos, lo vemos a diario en nuestro fútbol. Contra River, sin embargo, nunca encontró su mejor versión. Claro, alguno debía sucumbir.

Pero, más allá de ese resultado esporádico, lo importante es subrayar estas concepciones futbolísticas. Ojala se expandan, no se extingan y se estabilicen con regularidad en Argentina y el resto de Sudamérica.




 

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