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Mientras la selección de Maradona se imponía en Marsella, Lanus tenía una brava parada en su debut copero. En frente tenía un escollo duro como lo es Chivas, en realidad cualquier conjunto mexicano enmaraña.

Pero el equipo de Guadalajara es en especial un rival que últimamente trae malestar a nuestros elencos. Recordemos que supo eliminar a Vélez y Boca en la Copa Libertadores, y del mismo modo se aprovechó el año pasado de un alicaído River de Simeone.

Lanus, que casualmente tuvo como verdugo al Atlas mexicano en el 2008, mostró su peor rostro en esta tarde soleada. Un poco debido a las imprecisiones propias en el mediocampo, y otro tanto por la asfixiante presión de su oponente, que lejos de especular con un empate, salió dispuesto a jugar en campo adversario circulando con criterio el balón.

Maxi Velásquez y Graieb estuvieron firmemente contenidos en ataque, mientras que Valeri se mantuvo en una sinfonía cansina y previsible. Encima, a pocos minutos de comenzado el cotejo, una de sus piezas más trascendentes: Diego Lagos, se iría de la cancha por una molestia.

El mediocampo se pobló de casacas rayadas albirrojas ante la exhorta mirada del publico granate.

Sergio Ávila abrió el marcador penetrando entre los centrales y dejando en el camino a un apurado Bossio. Era justo y nadie lo discutía.

Los minutos pasaban, y el local no encontraba la manera de ingresar con ligereza y prontitud a la valla contraria. Sin embargo, los mexicanos incurrieron en un grave error en los instantes finales: se metieron atrás. Y eso, ante un equipo argentino puede resultar altamente peligroso.

Así, la bola del epílogo le cayó al inefable José Sand, que luego de fallar un cabezazo a quemarropa, capturó el rebote y la mandó a guardar. Luís Michel, que había cerrado con candado el arco de las Chivas durante todo el partido, fue testigo de la racha del correntino y de la desatención de su equipo.

Falta mucho, pero al menos el granate no cayó en su casa.