No busquen superclásicos, la emoción está abajo
El superclásico servirá para el negocio, pero la realidad es que no será un partido trascendente teniendo en cuenta que no se juegan nada importante. Uno apunto a la Copa, y el otro intenta salir de una telaraña muy limitada. El verdadero fervor, la lucha real y las emociones aparecen en la zona baja de la tabla. Con sufrimiento, misterio y nervios por doquier se debaten los elencos comprometidos con el promedio. Aquí no interesa el buen juego, el lujito y los merecimientos, solo hay resultados y sobre estos se construye el presente y futuro inmediato.
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En este sentido, los jujeños le pusieron empeño pero no salieron de un empate banal con el pincha. Indiscutida fue la entrega de Mateo, Busse y los demás muchachos del Norte. Incluso Arzubialde quería entrar al terreno, sin embargo la pelotita no quiso ingresar, y la unidad condena inevitablemente a un descenso cada vez más cercano para el tripero.
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Y si de sufrir se habla, increíble y milagrosa victoria de Racing sobre Banfield, que lo deposita al club sureño a luchar definitivamente en ese mini torneo. Migliore casi heroicamente cerró con candado su arco. Vomitó y todo, como para darle un marco más sensacional y fantástico al juego. Falcioni, extrañamente, tiró toda la carne al asador pero ya era tarde, pues la academia solo se preocupaba por defender, y lo hizo bastante bien, con los baluartes de Martínez y Aveldaño.
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La tercera final se jugó en El Bosque, un reducto que ya sabe y conoce de excitaciones y pasiones, porque Gimnasia lo tenía a su merced a Central, pero apareció el Kily y, como en los viejos tiempos, salvó al canalla de una derrota que significaba tremendas complicaciones. Ahora el lobo deberá ir en busca del triunfo en el Florencio Sola, justamente ante un rival que a partir de esta jornada entró directo al infierno del descenso.
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