El presente negro de Arsenal


Todas las miradas apuntan al buen juego de Huracán, a la consolidación de los muchachos de Lanas y al mal paso de los equipos grandes, muchos de ellos involucrados en crisis profundas.
Pero hay otro mundo, el mundo donde se sufre y se pierde. Donde no se encuentra el fútbol deseado y se apela como último recurso al error ajeno o al fácil pelotazo frontal.

La cara visible de este otro planeta es Arsenal, seguramente de lo peor del certamen. El antiguo mote de “equipo duro” parece cada vez menos estoico. Ni Burruchaga pudo imprimirle la solidez en el fondo que siempre supo tener el cuadro de Sarandí.

Sin dudas que uno de los mayores problemas de este año radicó en la deserción de Alejandro Gómez: el papu le aportaba continuamente frescura y dinamismo al mediocampo, aspecto que fue imposible de corregir y reemplazar. Por eso, todo el poder ofensivo y el desequilibrio dependen de Luciano Leguizamon. El ex Gimnasia comenzó en gran nivel, pero cuando se le mojó la pólvora, inmediatamente las chances de triunfar de su equipo disminuyeron, a tal punto que no gana desde aquella victoria ante Estudiantes por 3 a 1.

La plata que ingresó por el mencionado Gómez no fue bien aprovechada por la dirigencia: Poggi recién en las últimas fechas consiguió la titularidad, mientras que Uglessich no logró salirse de la mediocridad general de la defensa.

Lo cierto es que sin un socio para Leguizamon y con serias dificultades en la cueva, Burruchaga deberá emprender un laborioso desafío. Tiene las credenciales aptas para superarlo, pero en el fútbol nunca se sabe que sucederá.


 

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