Corría el minuto 47 de la segunda etapa, Argentina (que poco había mostrado) se encontraba 1 a 0 en el marcador, circulando con mucho criterio el balón, desvalorizando y minimizando a Perú. Pero lejos de achicarse, los incaicos seguían sudando detrás del balón, humillándose a ellos mismos, dejando toda la vergüenza deportiva en el terreno.
Y ese 110 % brindado por el local, aun en la dificultad y en la derrota, tuvo su premio: el incansable Vargas agarró la lanza por su sector izquierdo, y luego de una corta pared, escaló medio campo de juego venciendo la resistencia de
Battaglia; envió un centro por bajo y
Fano empujo a la red el gol de la justicia.
Argentina hizo todo mal. No tuvo entrega ni amor propio cuando se lo necesitaba; nunca pudo atacar con seriedad a Butron, nunca
verticalizó el juego ante la humildad de su rival, nunca hizo pesar su superioridad individual, nunca dio garantías en defensa.Encima, desde el banco, las alternativas de
Basile fueron pésimas: terminó jugando con cuatro defensores, de los cuales tres eran centrales.
En el medio, una línea de triples volantes centrales. Y
Zabaleta entró para hacer tiempo. Más defensivo imposible.
Riquelme lejos lo peor, y
Messi apático, casi sin ganas de jugar. Premiamos la entrega de Gago, lo mejor; y la solidez de Carrizo.
Nuestro seleccionado hace cinco que no gana por eliminatorias, y no solo no tiene ningún atisbo de mejoría táctica a nivel conjunto, sino que tampoco hay
autocrítica en
Basile. Sigue desviando el tema del mal desempeño del equipo, y excusando.
Jugadores y
Basile, aprendan de Perú.