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Difícil de explicar lo que dilapidó David en su derrota frente a Nadal. Desaprovechó 5 match points en el segundo set, y a partir de allí su juego se desmoronó por completo.

El cordobés planteó un encuentro de ajedrez, donde el español se vio totalmente minimizado e inútil en el court, sobre todo durante un largo lapso en el inicio.

Nalbandian jugó, en gran parte del match, como si fuera el candidato a llevarse el triunfo, dominando desde el fondo al hombre de Manacor en base a sus precisos embates desde la línea de base, sin retroceder en la pista.

El español salió algo más decidido en el segundo parcial y equilibró el trámite; sin embargo David lucía consistente y no mostraba mayores fisuras en sus tiros. Las chances se le presentaron por doquier al rey y por eso se padeció y sufrió aún más esta derrota.

El set final solo sirvió para las estadisticas, con un Nadal revivido y potenciado en contraposición a la aflicción y calentura del argentino.

Una verdadera pena, pero seguramente el entorno de David y el propio unquillense deben estar sumamente conformes por la regularidad y la categoría de las primeras dos mangas, cuando tendió un plan ofensivo merced a su fantástico revés.


Talento derrotado

Demasiado amor propio