Lleyton Hewitt, ¿El retorno de un grande?
No pudo, es cierto. Cayó, es cierto. Pereció en el set decisivo, es cierto. ¿Pero quién se animará a jugar con el australiano de aquí en más después de lo que exhibió estos días en Wimbledon? La ocasión era bastante excepcional porque el certamen londinense es uno de esos acontecimientos particulares del tenis, en una superficie casi extinguida actualmente, sin embargo esta nueva aventura del oceánico abre las puertas para una posible reivindicación.
Fue una semana y media casi perfecta de Lleyton, demostrando que su nivel está intacto cuando se lo plantea. Quizás, como a tantos otros, carece de motivación en los duelos intrascendentes o en los torneos pequeños. Podemos mencionar por caso a Marat Safin y David Nalbandian, tan capaces de derrotar a Federer como también de sucumbir sin reacción ante incógnitos.
Hewitt, endemoniado como en sus mejores épocas, se deslizó con total naturalidad en la veloz pista verde, aprovechando la ligereza del pasto y la dinámica que otorgaron sus opositores. Del Potro, Stepanek y Roddick propiciaron el escenario perfecto para el lucimiento de Lleyton, un leal contragolpeador. Cuanto más acelerada venía la bola, más crecía su regularidad en el juego. Ni siquiera necesitó de un servicio letal, aunque tampoco puede (ni debe) mencionárselo como un punto flojo, al contrario, suele ser molesto cuando lo ejecuta abierto con slice.
La proeza culminó ante el terrible Andy, otro habitué si los hay de la hierba inglesa. Una batalla entre gladiadores solazó durante horas al público presente y los televidentes. La derrota, en cualquiera de los casos, resultaba injusta, indeseable. Pero alguien debía cesar, y ese fue Lleyton Hewitt.
Lo importante es que el tenis mundial recuperó a un grande, ojala no sea solo un hecho esporádico.
3 comentarios:
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Un grosso de verdad!
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QUé mal me cae este tipo, por favor!
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