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Dos estilos de vida, dos formas de ser, dos personalidades opuestas, una intención de juego semejante y una realidad abrumadora.
La última fecha complicó aun más a dos técnicos novedosos, modernos y muy inteligentes. Cada uno en su peculiaridad, que va de acuerdo a la manera de vivir el fútbol, y como ejecutaban su juego cuando transitaban el verde césped.
Hablamos de Claudio Borghi y Diego Simeone.
Los jugadores del rojo nunca pudieron plasmar la intención del bichi. Ese género técnico y elegante, mezclado con una fuerte agresividad por parte de los mediocampistas, tratando de verticalizar las ofertas de pase. Ofensivo y con tres delanteros, al rojo le cuesta llegar con ligereza a la valla rival.
En el fondo hace agua por todos lados: apenas algunas milagrosas salvadas de Gioda apagan incendios que aun no fueron desatados completamente.
Entre empates y algún que otro festejo y derrota, transita el camino del ex entrenador de Colo Colo.
En la última jornada, frente al granate, se lo vio abatido y desalentado. Por estos días festejaba su cumpleaños, seguramente disgustado y preocupado por el presente del diablo.

Por Núñez se respiran aires afines. El millonario ya no es mas aquel equipo invulnerable en el monumental. Racing y Central lo tuvieron a mal traer, y cayó sin atenuantes ante Velez.
El cholo también pregona un fútbol ofensivo y de pressing constante, algo que se ve en el fútbol europeo, pero el mensaje nunca les llegó a los jugadores.
Al menos, subsiste el consuelo de la Sudamericana, donde River parece tener un pie en cuartos de final.
Los resultados manifiestan a la clara que el fútbol argentino no ha evolucionado ni se ha modernizado. En inferiores no se trabajan con vigor diferentes dibujos, esquemas y estrategias del juego, y esto se espeja en lo estadístico, ya que la simpleza, por el momento, derrota al avance táctico metódico.